Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 14 de junio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Respuesta al Sr. Lostau
Número y páginas del Diario de Sesiones 60, 1.644 a 1.649
Tema: Discurso de la Corona

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Después de la impugnación brillante que en la sesión anterior hizo el Sr. Rodríguez de las ideas del Sr. Lostau y de la no menos brillante rectificación que hoy ha oído el Congreso, pocas palabras tiene que decir el Gobierno; pero debe decir algunas para presentar al país su opinión en esta cuestión importantísima y defender a las autoridades a quienes ha atacado el Sr. Lostau ya que no podía defender los actos de la Internacional. S.S. supone que ciertos actos de la Internacional pueden ser ocasionados por medidas de la autoridad adoptadas arbitrariamente y fuera de su derecho; y es mi deber demostrar que la autoridad no ha tomado disposición ninguna fuera de la ley contra esa asociación y que cualesquiera que sean las disposiciones que adopte esa asociación, serán de su exclusiva responsabilidad; pues las autoridades, lejos de provocar disensiones y diferencias entre las diversas clases de la población, ha procurado evitarlas.

Ya que el Sr. Rodríguez ha tratado la cuestión en la esfera de los principios, me será permitido tratarla más prácticamente y como si fuera un obrero; para que los obreros me entiendan. Porque yo soy también obrero, y el Sr. Lostau está en una equivocación, que es común a todos los internacionalistas; está en la equivocación de creer que no hay más obreros ni más trabajador que el que trabaja materialmente, el que plancha sombreros, el que hace zapatos, elabora telas o funde hierro. Para S. S. y para los de la Internacional no es trabajador el abogado, ni el médico, ni el mecánico, ni el químico, ni el físico, ni el astrónomo; todos estos son farsantes que no hacen más que chupar el sudor del cantero, del zapatero, del tejedor o del fundidor. Tal es la teoría que la asociación a que S.S. pertenece trata de difundir por el mundo; y esa teoría es absurda y no conduciría más que a un cataclismo general.

Guerra, dice el obrero, a todo el que no sea trabajador; y no siento trabajador sino el que funde hierro, el que plancha sombreros, el que trabaja materialmente [1.644] con sus manos, resulta que las demás clases de la sociedad están condenadas a muerte por la clase obrera. Pues vamos a matarlas, y verá el obrero la suerte que le espera.

 Ya no hay más que trabajadores que planchan sombreros, funden hierro, hacen zapatos, tejen telas. Pues si no hay otras clases, ¿a dónde se trata de ir? ¿Qué nueva sociedad se trata de crear en vez de la que hoy existe? ¿Sabe el Sr. Lostau, saben los obreros a dónde nos conducen y a dónde quieren ir? Pues vamos a suponer que no hay ingenieros, ni médicos, ni químicos, ni nadie más que trabajadores como el Sr. Lostau y otro que hay aquí, y creo que también tiene sus ribetes de internacionalista. No hay más que eso en la sociedad. Y para alcanzar eso ¿de qué medios se vale la asociación internacional? ¿A qué medios apela? Pues ya lo habéis oído. Desaparece la sociedad; desaparece la herencia; desaparece la familia; hasta no quieren llamarse como se llaman, sino con un numero. Pues decidme, obreros, que para esto basta el sentido común:¿qué sería la sociedad? ¿Qué sería el hombre sin licencia, sin familia, sin propiedad; sin religión, sin patria, sin nada, hasta sin nombre?

El hombre sin, casa, sin hogar, sin campo, sin familia, sin Dios, sin religión, ¿qué es más que un bruto? Quitad al hombre los lazos de la familia, el estímulo de los hijos, el deseo de la gloria, el sentimiento de la Patria, ¿y qué queda del hombre? Pues si todos los hombres van a estar en esa situación, y no va a haber más que trabajadores que planchen sombreros, que hagan zapatos, que fundan hierro, que tejan telas, ¿qué va a ser la sociedad más que una tribu de salvajes, en la cual nadie necesitaría nada y sería inútil la habilidad del Sr. Lostau, que, creo es sombrerero, y la habilidad de los demás trabajadores, porque nada se necesitaría? Esa es la surte que espera a las clases obreras con esas predicaciones. Pero se dice: es que nosotros no querernos eso; es que a nuestra asociación se la ha obligado a hacer lo que hace; es que se ha hecho hacer en ella el odio a las demás clases sociales. Porque, ¿quién se ha metido con la asociación Internacional, mientras ha seguido el camino que debía seguir, si quería producir buenos resultados para los trabajadores? ¿Pero es una asociación que predica la paz, que tiene por objeto ayudarse los asociados en su desgracia y socorrerse en la miseria en que puedan verse, como pueden verse las demás clases de la sociedad? No; el Gobierno ha tenido que considerarla bajo los tres aspectos en que se le ha presentado: por su origen, por los medios que emplea y por los fines a que se encamina. Su origen es extranjero; es una asociación que no es nacional; su dirección, su junta o centro directivo está en el extranjero, es desconocido; y hasta su organización misteriosa, por la manera de funcionar ese centro o junta directiva.

Pues yo pregunto al Sr. Lostau si no ha habido tolerancia por parte de la autoridad consintiendo esa asociación, cuando estaba en su derecho prohibiéndola, como se han prohibido otras, precisamente que dependen de una junta superior extranjera. (Una voz: En Roma). Lo mismo me da que dependa de Roma que de Londres, si la dependencia de Roma es inconveniente como la de Londres.

El Poder ejecutivo dio un decreto, que nadie tachó de antiliberal, donde se prohibían las sociedades que no tuvieran su dependencia, su contra, su dirección en España. Y es la verdad que ese decreto del Poder ejecutivo vino a ser ley por las Cortes Constituyentes, y se ha aplicado a todas las sociedades, excepto a la Internacional, la cual ha debido ver en la conducta de la autoridad más lenidad que atropello respecto de esa asociación.

¿Dónde está, pues, la violencia de la autoridad? ¿Dónde están esos actos de la autoridad que ponen a la asociación en el caso de defenderse y rebelarse contra aquella? Por el contrario, la autoridad ha estado tolerante con una asociación que ha podido y debido prohibir desde el primer momento. Vamos a ver si en los medios que emplea la Internacional, se ha extralimitado la autoridad.

Los medios los dice su programa. Todos son buenos para llegar al fin, y los ha indicado el Sr. Rodríguez, sin más que hacerse eco de una de las cláusulas de la asociación Internacional, que tengo a la vista.

¿Es, pues, la Internacional una asociación, una sociedad que busca su derecho por medio de la discusión, respetando las leyes del país sin perjuicio de las demás clases; que procura, por la discusión, modificar su situación por los medios que la ley establece? No. Es una asociación que no repara en que los medios sean buenos o malos, lícitos o ilícitos, legales o ilegales, con tal de Ilegar a su fin. Es una asociación, en una palabra, que quiere la conspiración para destruir con la fuerza bruta lo que las leyes tienen establecido. Y por si faltara algo, aquí tengo una porción de datos tomados de las actas de las discusiones habidas en Barcelona por la Internacional, que iré leyendo poco a poco, si vienen bien a mi argumentación.

Los medios, pues, que emplea la Internacional son todos buenos para ella; todos los considera legítimos, con tal que le sirvan para llegar al fin, y no hay un acta de era asociación Internacional, en la cual no se diga que hay que emplear la fuerza para destruir lo existente, pero que se empleará el día que se tenga la seguridad de vencer; de manera que lo que hacen es ir alegando recursos para destruir por la fuerza la sociedad actual. Pues entonces, ¿qué extraño es que la autoridad procure atajar a la asociación Internacional en esos medios de destrucción que quiere emplear? ¿Es extraño que la autoridad procure tomar sus precauciones y hasta procure impedir era conspiración constante, porque no es más que una conspiración, no es una sociedad que discuta, es una sociedad que conspira, y esas sociedades están fuera de la Constitución? ¿Y qué han hecho las autoridades de Barcelona en este caso? Sociedades de obreros que discuten, pero que simplemente discuten, conservarlas: pero sociedades de obreros, que, con el carácter de sucursales de la Internacional, no discutían sino que conspiraban, y es más, no conspiraban precisamente, sino que ponían en ejecución los actos de su conspiración, a esas disolverlas y llevarlas a los tribunales.

Y ha habido varias sociedades en ese caso en Barcelona; ha habido sociedades, cuyas discusiones, cuyos trabajos se han reducido a promover huelgas de todos modos, seduciendo a unos trabajadores, amenazando a otros y hasta atropellando a muchos; y cuando han ido a llevar a cabo la ejecución de esa conspiración para producir estas huelgas artificialmente, apelando a la fuerza y a la violencia, claro es que la autoridad ha debido intervenir y ha castigado a aquellos que empleaban esos medios, y ha disuelto las sociedades, entregándolas a los tribunales.

¿Y cuáles son los fines de esa sociedad? Pues los fines de esa sociedad son destruir la propiedad, destruir la familia, destruir la sociedad, borrar la Patria: en una [1.645] palabra, hacer desaparecer por la fuerza todos los elementos de civilización conocidos. ¿Pues qué quiere el Sr. Lostau?

Pero dice S. S. Es que a esos medios ha apelado la sociedad porque a la asociación se la persigue, y la asociación se defiende. Yo, señores, creo que el mejor medio de atacar la asociación, es leer sus mismas doctrinas, para que produzcan en los hombres honrados yen todas las personas sensatas la repugnancia que merecen. Y voy a leer, Sres. Diputados algunos párrafos y a ver quién atropellaba a aquella asociación; a ver quien se metía con ella; a ver qué medidas había tomado la autoridad antes de que esa asociación predicara esas doctrinas y pusiera en planta sus medios propios.

Estas son las actas de un congreso internacional, de las cuales voy a tomar algunos párrafos que expresan las doctrinas, las aspiraciones, el ideal de la asociación Internacional.

Dice así:

" La hora de la redención se acerca." Son sesiones tenidas hace muchos años. " Nosotros queremos ejercer nuestros derechos. Aquí nos congregamos para así declararlo ante el mundo todo; queremos la justicia, y por tanto, queremos que cese el imperio del capital, de la Iglesia y del Estado, para construir sobre sus ruinas el imperio del gobierno de todos, la ANARQUÍA, la libre federación de libres sociedades de obreros.

Entiéndase bien: no decimos que todos los Gobiernos sean buenos, no; decimos que todos los Gobiernos son igualmente despreciables: de modo que pedir a los obreros que se pronuncien por tal o cual forma de Gobierno es preguntarles por cuál de los Gobiernos prefieren ser asesinados.

Después de haber practicado la abstención con respecto a los Gobiernos, no tendréis ninguna dificultad en pasaros en Gobierno alguno: y como al propio tiempo vuestra organización habrá sido del todo económica, naturalmente os encontraréis en la anarquía política, pero en agrupación económica."

Señores, el Gobierno no se metía entonces con la Internacional; cuando esto se decía tenía amplísima libertad, y sigue:

" Los medios que tenemos para llegar a este resultado son la fuerza para derribar el poder político (pero cuando llegue la hora, se entiende); y para derribar el poder económico, la liquidación social."

Esos son los medios que emplea la Internacional; la fuerza para derribar el poder político, y para derribar el poder económico, la liquidación social.

" Y nada habréis perdido con aguardar, porque la venganza y el triunfo serán tanto más halagüeños, cuanto más tardíos habrán sido."

Esa es la idea de la Internacion al en lo que tiene relación con el Gobierno.

Vamos a ver la idea de la Internacional con respecto al Estado. La Internacional tampoco quiere al Estado. Dice así:

" No queremos ninguna de aquellas instituciones que pervierten el sentimiento humanitario del hombre, que es contrario a la idea del Estado. (Ya veréis las instituciones que según la Internacional pervierten los sentimientos humanitarios del Estado); porque el Estado representa la idea del personalismo también lo derriba; y en esto obra oportunamente el preámbulo, y consagra de una manera enérgica y decidida la necesidad que tenemos, al crear la sociedad del porvenir, de derribar la entidad también de la familia, que es el principio de la autoridad, es el interés individual: y yo mañana mismo vería con gusto que en contra del sentimiento de familia, y la asociación cooperativa individual, yo preferiría, en vez de ser hijo de esta institución y llamarme (un nombre) que se me llamara número mil y tantos de Figueras."

Y un poco más adelante añadía el número mil y tantos de Figueras, el primogénito de la Internacional en España:

" De hoy más, después de dada nuestra sanción a estas cajas de resistencia, tendremos la dicha de tremo lar la bandera de guerra a muerte a quien no piense como nosotros."

Es decir, que los medios que emplea la asociación Internacional, ya lo saben los Sres. Diputados, ya lo sabe el país, para cualquiera determinación que con ella adopte el Gobierno: es la guerra a muerte a todo el que no piensa como ella.

Así, no extraño, señores, porque el extravío en ciertos hombres puede llevar al extravío también a las masas, el que se conozcan entre los que hoy ejercen cargos públicos, estos que prefieren, mejor que tener familia y un nombre, mejor que acordarse de su madre y de su Patria, mejor que consagrarse al porvenir de sus hijos, mejor que llamarse como sus padres y abuelos ser el número tantos de un pueblo. Y estos se hallan hoy en la Diputación provincial de Barcelona, para desdicha de aquella gran capital; y digo que para desdicha de aquella grande capital, porque han producido los escándalos más grandes que se han producido en ninguna población del mundo.

Está asombrada aquella ilustrada capital con los escándalos que han pasado en aquella Diputación, porque estos que prefieren un número cualquiera a un nombre, estos que prefieren una colectividad desconocida y personas desconocidas a la colectividad sagrada de su madre, de su padre, de su mujer y de sus hijos . . . ¿pero qué ha de suceder de un hombre que como Diputado provincial, en medio de la Diputación, por una comunicación que el Ayuntamiento de Barcelona pasaba a esa corporación, invitándola por si quería asistir a la procesión del Corpus, comunicación que se pasaba todos los años y que era una cosa usual y corriente, tanto que estaban impresas, se exaspera hasta el punto de llamar indigna la comunicación del ayuntamiento, y gritar con voz estentórea que para él era indigno el concurrir a una procesión, y que Jesucristo no era más que un faccioso miserable y despreciable?

¿Es así cómo pensáis haceros camino los obreros? ¿Es entregándoos a estos extravíos como pensáis atraeros a la sociedad?

Ya han visto los Sres. Diputados cómo la Internacional trata al Gobierno de la Nación, al Estado; vais a ver ahora cómo trata al pueblo, y cómo trata a la familia y cómo trata a todos. Dice así:

" Considerando:

Que la propiedad individual es por su naturaleza ambiciosa, egoísta y absorbente, y que por estos motivos es un perpetuo obstáculo al trabajo, a la riqueza y a la economía social: [1.646]

Que por las razones anteriores toda propiedad engendra el monopolio y el despojo, y de aquí las invasiones de la concurrencia, del crédito y de la renta"

Y sigue así con considerándoos por este estilo.

" Que la propiedad es insocial, no sólo por la posesión, sino más aún por lo que afecta a la producción, pues, dueña absoluta de las máquinas y de los instrumentos del trabajo, no rinde más que productos imperfectos, fraudulentos y detestables, y que por lo mismo no sirve al consumidor sino que lo roba, destruyendo al propio tiempo el derecho al trabajo y fundando el derecho al robo:

Que por lo tanto la propiedad separa al hombre del hombre, y que por consiguiente, desarrolla todos los crímenes de la premeditada explotación, y del monopolio más agresivo:

Que de aquí resulta toda la serie de inmoralidades, abusos de autoridad, concusiones y villanías de que los despojados somos objeto, cuyas consecuencias son las instituciones odiosas del salario, la moneda, el interés, los alquileres, el impuesto y la herencia."

Y siguen los considerandos, para concluir, diciendo:

" Debemos declarar y declaramos roto nuestro pacto y nuestro asentimiento unas leyes tan criminalmente atentatorias a la razón y al derecho; y toda vez que se apoyan en la idea de Dios, y que vienen sancionadas por una moral y por una religión; por este solo motivo las rechazamos unas y otras, declarándolas contradictorias y falsas."

Así trata la Internacional a la propiedad en grande.

Ahora vamos a ver cómo trata la Internacional a la propiedad de la inteligencia; cómo trata a los que son trabajadores, como los trabajadores de que habla el señor Lostau, pero trabajadores en otra esfera, y que en mi entender, unos y otros se hacen falta mutuamente; pero yo prefiero los primeros los segundos. Pues, dice así: voy a tomar sólo un tipo, porque tiene para todos los tipos, para todas las clases, para todos los gustos; voy a tomar el abogado, y dice así:

" Si por acaso vais a casa del abogado, cuando tenéis una rencilla, ¿no lo veis cómo os lleva una, dos, tres y hasta cuatro semanas de vuestro sudor? ¿No le veis cómo habiendo jurado defender la verdad, si se presenta uno lo dicen, que tiene razón, y si va su contrario a casa de otro abogado, ¿no lo dice que la verdad está de su parte? Yo pregunto al mundo entero, ¿no es eso una mentira? Ellos han jurado defender la verdad y ninguno la defiende.

Nosotros hacemos el papel, la tinta, las mesas; nosotros les cazamos los pájaros; nosotros les hacemos las casas, el carbón, los vestidos, todo, en fin, todo: y ellos, ¿qué hacen ? No HACEN NADA, tenemos que ARRANCÁRSELO porque no es suyo; y el día que quieran que sea suyo, que vengan con nosotros a producirlo."

¿Se pueden decir más aberraciones en menos palabras?

Pues oigan también los Sres. Diputados la idea que tiene la asociación de ese comerciante pequeño que pasa los días y las noches viendo de ahorrar para dar un pedazo de pan a sus hijos, y que pasa las horas tras de un mostrador sufriendo las molestias de los compradores, y procurando ganar poco, pero muchos pocos, y facilitando así al consumidor y al obrero su mejor subsistencia. Pues oíd también cómo les trata la Internacional. Ni siquiera les llama obreros. Ellos que se dicen proletarios; proletarios los que pueden alquilar edificios para tener grandes reuniones; proletarios, los que tienen grandes asambleas y pasan el tiempo en grandes sesiones; proletarios, los que tienen su círculo, su casino y sus clubs, cosa que estaba vedada hasta hace poco tiempo a las personas bien acomodadas; proletarios, los que vienen aquí y están aquí, y visten como los demás, y lo paga como los demás; proletarios, los que pueden tener de vez en cuando el placer de darse vacaciones, y no sólo de dárselas ellos, sino también pagar las vacaciones que obligan a tomar a los demás; proletarios, los que pueden venir al Congreso y estar con nosotros y discutir; y no llaman proletario al pequeño comerciante, al pequeño industrial que no viene aquí, porque no puede venir, porque no tiene medios para sostenerse aquí, y los tratan de la manera que ahora va a ver el Congreso. " Hay otra clase más PODRIDA que hemos de quitar con las cajas de resistencia . . . "(¡Pobres, pequeños comerciantes!) "Estos hombres que se dedican a comprar al productor para volver a vender a otro; insolentes que se contentan con la módica ganancia del 75 por 100. (Risas.) Estos que andan escatimando a los pobres cuando van a los mercados; estos que dicen esperemos a mañana, que no tendrán para subsistir, y mañana nos lo darán un real más barato; a estos; pues ni la ciencia producen, les digo: venid con nosotros, trabajad con nosotros, y tened en cuenta que cuando todos trabajen, entonces trabajaremos muy pocas horas."

Ya lo creo, como que entonces no trabajará nadie.

Pero decía el Sr. Lostau: "Es verdad que hay aberraciones en la Internacional, como las hay en todas las asociaciones; pero en la nuestra hay libertad, y puede ir cualquiera a exponer en su seno las ideas más contrarias; porque somos tolerantes y dejamos a todo el mundo gran libertad." Dejáis libertad donde no podéis hacer otra cosa; en Madrid, donde os conocemos; pero donde no sucede esto, en todas partes donde podéis, no dais esa libertad, sois intolerantes hasta el punto de no consentir que se digan las cosas más santas y más sagradas; porque en esas mismas reuniones en que se dice lo que habéis oído, ha habido un obrero que ha querido detener a sus compañeros en ese camino de perdición, y ese obrero no ha podido continuar en el uso de la palabra, siendo interrumpido en el momento en que se ocupaba en dar los mejores consejos. Está tomado de las actas de la asociación Internacional de Barcelona y oíd, Sres. Diputados, lo que sucedió a un hombre honrado que quiere hacer su camino por su trabajo, por la virtud, al pronunciar ciertas palabras que todos debían agradecer. Ya veis, decía este obrero, que no son estas palabras vanas y huecas; que mis razones no son sofismas; pero hay más todavía.

No desperdiciemos ni un rato de ocio, porque la holganza es reprobable; detestad los cafés, y las bebidas; alejaos de la execrable pasión del juego. .. . (Un ciudadano hizo presente a la mesa que debía llamarse al orador al orden, como efectivamente así lo hizo el presidente.) Pues bien, ya, que no me es permitido manifestar mi plan; ya que al parecer disgustan mis opiniones, que son las únicas sanas, y de las que debe empaparse la asociación Internacional; ya que se me prohíbe indicaros los legítimos medios de allegar los capitales que han de formar las cajas de resistencia, sello mis labios. He dicho."

Madres de familias, que os priváis de todo lo más necesario; que nos os dais un momento de placer; que no os permitís un momento de descanso para que vuestros hijos tengan cuanto necesitan, para que vuestros maridos puedan dedicarse al trabajo, ya lo sabéis, en esa asociación se castiga, se anatematiza, se expulsa al que dice que es execrable la pasión del juego. [1.647]

Pues bien; una asociación que tiene por objeto destruir la propiedad para después repartírsela, porque esto es ni más ni menos lo que sucedería, puesta en el acervo común; que tiene por objeto anular la familia; una sociedad que impone por obligación, como medida administrativa, el que uno arranque de su corazón los sentimientos más caros, el sentimiento de la familia y el sentimiento de Dios; una sociedad que se propone hacer que desaparezca todo, dejando el individuo aislado, sin más conocimiento ni más historia que el número de un pueblo, borrando todos los sentimientos más caros que ligan al hombre a la tierra; una asociación que todo esto se propone realizarlo por la fuerza, cuando no haya otro medio, ¿es lícita ni puede serlo? Yo declaro que no.

Señores, se me ocurren tantas cosas cuando me ocupo de esto, que no sé por dónde empezar. ¿Para qué me he de cansar en buscar argumentos contra una asociación semejante, si lo mejor es referir las razones y los argumentos en que se apoya esa asociación? Oíd, señores Diputados:

"Lo que nosotros sostenemos, dicen los internacionales, es que hoy, tal como está constituida la sociedad, todo es farsa; farsa el sufragio, la justicia, la libertad. Por esto nosotros, los socialistas, partimos siempre de la base de la revolución social."

Hay que advertir, que aunque estos se llaman socialistas no representan ya lo que los antiguos socialista; se valen de ese hombre como más suave, como menos expuesto a asustar, y bueno es que se sepa que no son de los socialistas que hasta ahora habíamos conocido.

Y dicen así, abriendo paréntesis en el párrafo que iba leyendo:

"Por esto desde la aparición de la Internacional ningún nuevo socialista, al estilo de los famosos autores que conocemos, ha despuntado; porque todos los hombres que quieren verdaderamente la revolución social, han ido a engrosar las filas de la asociación Internacional de trabajadores, donde hay teoría y práctica, idea y hechos, todo, todo lo que puede aspirar un corazón franca y decididamente revolucionario."

De manera, que los antiguos socialistas son para estos otros, valiéndome de una expresión vulgar, niños de teta, al lado de los de la Internacional, los cuales dicen :

Por esto nosotros, los socialistas, partimos siempre de la base de la revolución social, fundados en este principio que otras veces hemos sentado.

"La sociedad presente, organizada por la fuerza, y por la fuerza sostenida, debe ser por la fuerza aniquilada.

Lo que importa, pues, es ponernos en condiciones de llevar a cabo nuestra obra."

El principio a que aquí se refieren, lo dijo ya el señor Rodríguez, pero yo le reproduzco porque es oro.

"Jesucristo dijo: (¡no sé como le invocan!) No echéis vino en odres viejos, porque estos se romperán y el vino se esparramará."

No es esto lo que dijo Jesucristo; se conoce que como le tratan así, de una manera tan despreciativa, no han comprendido bien lo que Jesucristo decía.

"Y tenían razón; la Iglesia, el Estado son odres viejos que ni siquiera pueden tener compostura."

 ....."Esa plebe, esa canalla, es la encargada de hacer la verdadera revolución, ante la cual la revolución cristiana no es más que una chispa, y la revolución del París de la Commune un precedente."

Ya ven los Sres. Diputados lo que les espera si fuera tomando vuelos la asociación Internacional; lo que espera al país; pero no sólo al país, sino lo que espera a los trabajadores, porque con muchos sucesos como los de París, los trabajadores no se encontrarán muy bien......y......¿a dónde vamos a parar con eso? ¿Quién va a trabajar si se piensa hacer desaparecer a aquellos que les encargan trabajo y a todos aquellos para los cuales trabajan? iEs buena manera de fomentar el trabajo! ¿Se levanta la clase trabajadora echando por tierra todas aquellas clases y toda la sociedad que alimenta el trabajo? ¿Se sostiene el trabajo y se dan medios al trabajador para desarrollar su trabajo y distinguirse sobre todos los demás que no tengan sus mismas condiciones?

Señores, ¿a dónde vamos a parar? Los trabajadores somos todos; y cuando yo oía decir al Sr. Lostau el otro día,"es que la sociedad debe tener en cuenta que sin nosotros no existe la sociedad," decía yo: claro, ¿qué es la sociedad? La sociedad es la relación, el apoyo mutuo de todas las clases que la constituyen; y sin el capital y sin la propiedad, ¿qué haría el trabajador, qué tendría el trabajador, dónde estaría el trabajador?

Pues; ¿no conoce el Sr. Lostau que lo mismo podían decir todas las clases de la sociedad? Todos somos aquí trabajadores, todos nos ayudamos mutuamente, todos contribuimos a sostener lo que se llama sociedad, y que es la vida, el movimiento, la manera de ser del individuo en sus relaciones con el Estado, en sus relaciones con la Patria, y en sus relaciones con los individuos, y con todo lo que constituye lo más florido de la vida humana.

Pero, ¿cómo quiere el Sr. Lostau hacer una sociedad en que todos seamos iguales y en que todos trabajemos lo mismo y tengamos la mismas horas de trabajo? Pues eso es, ni más ni menos, que la destrucción de la humanidad; es el estado de salvajismo, es convertir los hombres en brutos, y el mundo inteligente y social en una tribu salvaje. El Sr. Lostau y yo somos iguales, y lo somos también a los demás obreros, a los cuales cree necesitar; ya todos tenemos las mismas horas de trabajo y estamos privados de tener aspiraciones distintas, y todos nos contentamos con lo que tenemos delante; pero, Sr. Lostau, S. S., que tiene la inteligencia más fina que la mayor parte de los obreros, de esos que viene S. S. a representar y que yo conozco; S. S. que tiene una inteligencia más fina, ¿se va a limitar a hacer, ni más ni menos lo mismo, y pasar, ni más ni menos por lo mismo, y aspirar, ni más ni menos a lo mismo que aquel trabajador tosco que no puede nunca pasar de un trabajo el más material, del trabajo el más grosero, porque su inteligencia ni sus medios lo permiten más? Es decir, que el Sr. Lostau lo que quiere, es la nivelación de la sociedad por lo más grosero, por lo más bajo y por lo más repugnante; porque claro está que el Sr. Lostau no puede tener otra idea ni otra aspiración que realizar lo más tosco, y toda la humanidad vendrá a decidirse por lo más tosco de los hombres.

La sociedad, pues, la asociación Internacional, es una asociación de odios, es una asociación de guerra, tiene por base el ateismo, tiene por medio la fuerza bruta, y tiene por fin la destrucción de todos los elementos de la civilización de todos los pueblos.

Y ante este espectáculo, señores, ¿no ha de preocuparse y no debe preocuparse el Gobierno? Indudablemente, el Gobierno debe preocuparse. Y el Gobierno cree que ante esta nueva necesidad social se necesitan nuevos rigores en las leyes que han de ejecutarse con [1.648] grande energía. Pero el Gobierno entiende que esto sólo no es bastante; que ante esta nueva necesidad social, ante este enemigo común, que hace que las leyes sean cumplidas con rigor, es necesario al mismo tiempo procurar destruir las causas que pueden haber contribuido a difundir, tan extensamente como se han difundido, esas inepcias económicas, o no sé cómo llamar las de la Internacional; es necesario procurar, que además de extirpar el resultado de esas causas por rigores nuevos en las leyes, puesto que se trata de necesidades nuevas sociales, es necesario que el Gobierno procure extirpar todas esas causas procurado levantar la moral pública por medio de una educación sana y robusta; por medio de un sistema económico liberal, y por medio de la libertad.

Pero en esto, señores, es necesario que al Gobierno lo ayuden todas las clases de la sociedad, que cuando la sociedad, se ve amenazada como lo está hoy, no basta sólo la sociedad para defenderse; para eso tiene el Gobierno encargados de representarla y defenderla; se necesita que la sociedad ayude al Gobierno, pero es necesario que el Gobierno ayude también a la sociedad. Para eso es necesario que todos, sin distinción de partidos, contribuyan a este resultado, cada cual en la esfera en que se mueve. El Gobierno cumplirá su deber, pero necesita que lo ayuden todas las clases que están interesadas en que esa irrupción de salvajismo no llegue a realizarse. Es necesario la ayuda de todos, incluso la de los trabajadores, más interesados quizás que ninguna otra clase en que esa obcecación no siga adelante.

Ayudémonos todos, señores; téngase en cuenta que la tarea es difícil, es peligrosa, pero que puede llevarse a cabo en la Nación española; puede llevarse a cabo si haciéndose bien cargo de la magnitud del peligro, si prescindiendo de las pasiones de partido, de las cuestiones personales, no se inspira más quo en los sentimientos de vitalidad del pueblo español. No vayamos pues, por espíritu de partido, por cuestiones de pandillaje; por asuntos de personas, a dividir las fuerzas vitales de la sociedad para que tengan entrada y triunfen por completo las ideas de la asociación la Internacional. Esto sería, no la irrupción de los bárbaros, sino la irrupción de los salvajes en la nueva sociedad.



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